Economía

La batalla de la soja es la guerra de la ganadería

21/04/2021

Por Jesús López Colmenarejo, director ejecutivo de Grupo Editorial Agrícola

Los precios de las materias primas para piensos, entre ellas la soja, están alcanzando niveles máximos en los últimos seis años. Este hecho está provocando un drástico aumento de los costes de alimentación de los animales de nuestras granjas.


Las causas de este incremento de precio son múltiples: por un lado China está reponiendo su cabaña porcina, esa que se vio obligada a sacrificar por la peste en 2020 y que necesita pienso para crecer. Esto afectará (y posiblemente mucho) a nuestro comercio exterior de carne de porcino, pero eso será tema de otro editorial.

A la alta demanda del gigante asiático hay que sumar el efecto del fenómeno meteorológico conocido como “la Niña”, que ha provocado una importante reducción de precipitaciones en zonas “sojeras” de Argentina y Estados Unidos y exceso de lluvias en otras de Brasil. Esto ha provocado una reducción de la oferta de soja, o así lo han entendido los mercados internacionales que han disparado el precio de esta leguminosa casi un 24% desde el verano pasado.

Dentro de las materias primas que componen los piensos, pongo el foco en la soja por los elevados índices de cantidad y calidad de su proteína, que la convierten en materia prima referente en la cría y engorde del ganado.

Por tanto tenemos una baja oferta de soja y una elevada demanda, lo que en términos económicos indica casi irremediablemente precios altos. Pero que los árboles nos dejen ver el bosque... la batalla de la soja
no está únicamente en su precio a corto plazo, sino en el medioambiente.

Durante décadas, los cultivos de soja, ante la demanda ganadera creciente, fueron ocupando progresivamente zonas antes reservadas a selvas y bosques en países como Brasil. Este hecho ha provocado históricamente reacciones por parte de diferentes asociaciones ecologistas, que a través de campañas de concienciación, exigen a la UE una legislación “fuerte y ambiciosa” que proteja las selvas tropicales. ¿Cómo? Su propuesta pasa por evitar que entre en el mercado común europeo cualquier producto que haya contribuido a la destrucción de la naturaleza, entre ellos, presuntamente, la soja.

Y el momento clave parece ser ahora, ya que está previsto que la Comisión Europea proponga un proyecto de ley que aborde la venta en Europa de productos vinculados a la deforestación antes del verano.

Y aquí me surgen algunas preguntas. En todo el mundo se cultivaron en 2019 más de 336 millones de toneladas de soja y solo 35 millones de toneladas van a Europa (alrededor del 10%). ¿Somos tan importantes?

Otra pregunta es, si se puede controlar la soja ¿por qué no la importación de carne y producciones animales de países terceros? Porque si actuamos así, la deforestación se seguirá produciendo en origen, pero lo que conseguiremos será eliminar la capacidad productiva ganadera de España e implantarla en terceros países. ¿Queremos ser un mercado cautivo de producciones animales?

Y por supuesto, ¿cómo actuar? En mi opinión, un ejemplo puede ser la iniciativa liderada por la Fundación Cesfac, encaminada a conseguir un abastecimiento sostenible de la soja empleada por la industria de la fabricación de piensos.

No toda la soja es igual, no todos los orígenes son idénticos y hoy en día vivimos en un mundo en el que la trazabilidad y certificación están en todas partes. Apliquémoslo.

Si como sector ganadero nos dejamos ganar la batalla de la soja, quizás estemos ante el principio del fin de la producción ganadera que conocemos.

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