18/10/2016
Por: Luis Corpa Patiño, Irene Écija Miñón
Servicio de Grandes Animales del Hospital Clínico Veterinario Complutense de Madrid
Juan Antonio Pérez-Salas Ochando
Departamento de Medicina y Cirugía Animal, Facultad de Veterinaria, Universidad Complutense de Madrid
Javier Moreno Gonzalo
Grupo SALUVET, Facultad de Veterinaria, Universidad Complutense de Madrid
La coccidiosis es una enfermedad parasitaria que tiene un gran impacto zootécnico, principalmente en animales jóvenes y es, por tanto, el origen de graves pérdidas económicas. Éstas podrían evitarse, o al menos atenuarse, con medidas de prevención, higiene y manejo. Por ello, el presente artículo se centrará en los factores de riesgo y en las medidas de control contra esta parasitosis.
La enfermedad se manifiesta fundamentalmente en animales menores de un año, normalmente a partir de las 3 semanas hasta los 6 meses de edad y asociada en la mayoría de los casos a animales estabulados (es muy frecuente tras el destete y a la llegada de los animales al cebadero). La enfermedad clínica provoca diarreas de diferentes grados, infecciones secundarias y puede llegar a causar la muerte del animal; sin embargo, es la enfermedad subclínica la que, al pasar desapercibida para el ganadero, ocasiona mayores pérdidas económicas debidas a un retraso del crecimiento en los animales. La tasa de rebaños infectados es de entorno al 60% en España, Italia, Portugal, Benelux y Hungría, al 80% en Alemania y alcanza el 100% en Francia y Polonia.
LOS COCCIDIOS
Los coccidios son protozoos parásitos intracelulares, es decir, seres unicelulares microscópicos, que infectan las células intestinales del hospedador pudiendo provocar diarrea, principalmente en animales jóvenes. “Coccidiosis” es un término que se emplea para denominar la infección producida por varias especies del género Eimeria pero en sentido estricto englobaría también a otros géneros y especies de la subclase Coccidia. Podemos ver la clasifi cación de estos parásitos en la Tabla 1. Su ciclo biológico es directo y se divide en dos etapas, una endógena o parásita, dentro del hospedador y otra exógena, en el ambiente.