05/10/2016
Por: Enrique María Mateu de Antonio. Departamento de Medicina y Sanidad Animal. Universidad Autónoma de Barcelona
El síndrome reproductivo y respiratorio porcino (PRRS) es, con toda probabilidad, la enfermedad que actualmente causa unas mayores pérdidas económicas a la producción porcina española. Aunque no hay datos precisos, se estima que la mayor parte de las explotaciones están infectadas. Este hecho, unido a la elevada densidad de animales en las áreas con una producción porcina intensiva, crea un escenario de enorme dificultad para el control de esta enfermedad. Sin embargo, los datos muestran que es posible limitar el impacto de la enfermedad mediante una planificación adecuada que considere los aspectos de bioseguridad, inmunización, diagnóstico y monitorización.
Desde su aparición en España a inicios de la década de 1990, el síndrome reproductivo y respiratorio porcino (PRRS) se ha convertido en una de las enfermedades que mayores costes económicos ha producido. Aunque no se dispone de datos generales para España, las estimaciones que se han hecho indican que el coste de un brote de PRRS puede estar alrededor de los 3,5 € de media por lechón en granjas afectadas (www.sipconsultors.com/fitxers/arxiu/jornades/2013/prrs_2013.pdf) aunque puede existir una gran variabilidad. Según datos propios obtenidos del seguimiento de granjas de tipo medio, el paso de inestable a estable PRRS podría representar una ganancia de unos 18 € por cerda y año. Con estos datos, es evidente que el margen de inversión para el control de la enfermedad es amplio.
Medidas de Control
El primer paso en el abordaje del control del PRRS en la granja es la clasificación de la misma. El ciclo de la infección se perpetuará en la granja mientras exista transmisión vertical; es decir, de la madre a los hijos durante la gestación. Esto es lo que llamamos una situación de inestabilidad. Las formas en las que habitualmente se valora la estabilidad o inestabilidad de la granja es mediante el muestreo de 30 lechones por lote de destete a los que se sangra y se analiza por PCR, admitiéndose la mezcla de 2-3 muestras (”pooling”) para reducir los costes. Estos análisis se realizan no más tarde del tercer día post-destete.
El hallazgo de animales positivos por PCR se considera indicativo de la existencia de infecciones en la maternidad y, por tanto, equivalen a inestabilidad. Este esquema se puede considerar válido en general pero en granjas de ciclo cerrado o que contengan fases 1 y 2, es posible que exista transmisión desde las transiciones a la maternidad si las transiciones están infectadas y la bioseguridad interna no es óptima. En estos casos, el muestreo de lechones a primer día de vida –análisis de cordones umbilicales, sangrado o gota de sangre de la vena auricular puede ser una alternativa válida.
Si la granja es inestable, el primer paso será proceder a su estabilización. Hay que comprender que una granja inestable se genera por la existencia de cerdas susceptibles junto con otras infectadas lo que permite una circulación activa del virus en el rebaño de reproductoras.