Economía

La cara B del pastoreo: mucho más que medioambiente

21/12/2022

Por Marta Fernández, periodista agralimentaria

A poco que busquemos en un libro de texto de la asignatura de ciencias sociales de primaria, no hace falta ir más allá, podemos encontrar una referencia sobre el pastoreo, y de él podemos encontrar dos datos clave: ha existido desde el comienzo de los tiempos y formó parte de la base de la alimentación de las primeras civilizaciones, lo que posibilitó el desarrollo de la humanidad.


Sí, ahí es nada, porque si algo caracteriza al ser humano es que, si no come, se muere. Pero el pastoreo es mucho más. Es la práctica ganadera extensiva por excelencia, piedra angular del desarrollo rural en numerosos enclaves del territorio y fuente de biodiversidad. Y, además, está en peligro de extinción.

Felipe Molina es biólogo y ganadero. Encarna la sexta generación en su familia y es un acérrimo defensor de la ganadería extensiva y de la trashumancia, “pero la de verdad”, dice, la que lleva realiza con su rebaño de ovejas a lo largo de todo el año. Porque, continúa, “con ella promovemos al máximo el bienestar animal; a los animales, estar en el campo les da libertad y la posibilidad de elegir pastos en ausencia de estrés, ya que no existe competencia por la alimentación”. Una opinión que también es compartida por Lucía Velasco, ganadera asturiana.

Estos beneficios también se hacen extensibles al ámbito medioambiental, puesto que el pastoreo fomenta la biodiversidad del entorno en el que están los rebaños. “Trashumando, los rebaños dispersan a diario unas 3.000 semillas, y eso, multiplicado por cada oveja de cada rebaño, son muchas”, dice Molina. “Las llevan en la lana, en las patas, en el estómago… lo que significa que, a su paso, el ganado va generando vida. A ello se suma la función de limpieza que realizan de los pastos que, como sabemos, previene frente a incendios”.

Dentro del catálogo de beneficios, además de los mencionados, Pedro Luna, responsable de la escuela de pastores de Castilla-La Mancha, explica la importante contribución que el pastoreo ejerce como parte activa en la fijación de población. “Lo que hoy denominamos España vaciada, se corresponde mayoritariamente con zonas en las que antiguamente una de sus principales fuentes de ingresos era la ganadería extensiva; son zonas poco comunicadas, abruptas y montañosas”.

Luna indica que el mayor problema ecológico que hay en España es la pérdida de Superficie Agraria Útil (SAU), “que suele corresponderse con el abandono de pastos”. Y a lo que este abandono lleva es a la desertificación “que tiene un gran impacto ambiental”, añade.

PAC y pastoreo

Desde un punto de vista holístico, quedan claros los beneficios sociales y ambientales del pastoreo. Pero en términos de sostenibilidad, falta un pilar: el económico. Por tanto, si nos preguntamos si hay futuro en esta actividad, los profesionales lo tienen claro: sí, pero tiene que haber una complementación de rentas.

No en vano, como novedad, el Plan Estratégico Nacional de la nueva PAC incentiva el pastoreo extensivo dentro del capítulo dedicado a los eco-esquemas, por la capacidad de los pastos como sumideros de carbono. Eso sí, según el texto, debe realizarse: “con animales propios, durante un período mínimo de entre 90 y 120 días al año, de forma continua o discontinua, respetando criterios de cargas ganaderas mínimas y máximas”.

El apoyo del Gobierno de España a esta práctica “es firme”, ha señalado recientemente el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, en el Senado, asegurando que “la ganadería extensiva dispone hoy de más medidas de apoyo público” porque “contribuye a la cohesión social y territorial del medio rural”, de ahí que sea una “actividad productiva fundamental del sector agroalimentario español”. Estas medidas se concretan en 35 millones de euros anuales -que se incluirán en la PAC-.

El objetivo de los eco-esquemas, dice Felipe Molina, es loable. Ahora bien, el problema, a día de hoy está, dice Felipe y corrobora Lucía, en familiarizarse y comprender el funcionamiento de los mismos, “con el peligro añadido que puede llevar el exceso de burocracia de cara a la gente mayor, lo que puede acelerar el proceso de abandono de la actividad”.

Diferenciación

A la espera de su implementación, de momento, lo que sí está demostrado es que el pastoreo sí tiene reflejo en la calidad del producto final. “El estrés de estos animales es mínimo, lo que se traduce en que el nivel de ph de acidez de la carne es muy bajo”, cuenta Felipe Molina que ha colaborado con la Universidad de Córdoba en la implementación de un proyecto enfocado a medir, entre otros parámetros, este. “Además de por supuesto las cualidades organolépticas trasferidas a través de la alimentación”, dice.

De la misma opinión es Lucía Velasco: “Las vacas de mi rebaño están en un pasto calizo, que nace de la roca de la montaña; las cualidades nutricionales que este pasto transmite a la vaca hacen que su carne tenga muy poca grasa y que sea muy tierna y jugosa”.

Pero, ¿es consciente el consumidor de este esfuerzo? Aquí hay discrepancia de opiniones, aunque todo tiene su explicación. Para Lucía Velasco sí lo es. Y para Felipe Molina, no.

En el caso de Lucía, la carne de sus vacas está amparada por la I.G.P. Ternera Asturiana, un marchamo de calidad que identifica la calidad diferenciada del producto final. Y esta identificación es la que echa en falta Felipe Molina -cuya explotación está ubicada en la provincia de Córdoba-. “Deberíamos tener un marchamo que reconozca a este tipo de ganadería y sus productos en el punto de venta para que en el lineal estemos en igualdad de condiciones. Y no me estoy refiriendo a diferencias de precio. Sino en trasladar información al consumidor para que haga su elección. No se trata de demonizar a ningún producto, sino de ser transparentes”.

Que viene el lobo

Además de ello, Felipe Molina reconoce con amargura que el producto no está bien pagado. Y esta ausencia de reconocimiento del valor añadido, que prima el precio sobre la calidad, está acelerando el proceso de abandono de la profesión.

Estos dos factores -bajos precios y falta de relevo generacional-, forman parte del grupo de amenazas que se ciernen sobre el pastoreo. Pero no son las únicas. También supone una amenaza las cada vez mayores presiones de los lobbys que buscan el descenso del consumo de productos cárnicos.

Como contrapunto, INTEROVIC, la interprofesional del ovino y caprino, no cesa en sus labores de promoción y de defensa del pastoreo y recientemente ha puesto en marcha una campaña de promoción de carne de pastoreo en establecimientos de hostelería. Esta acción se ha dirigido especialmente a gente joven para incentivar el consumo en este colectivo.

Volviendo a las amenazas, los grandes protagonistas ha sido tradicionalmente los ataques de los grandes carnívoros. Y últimamente han copado la actualidad. Por un lado, en nuestro país, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico los ha incluido en el ‘Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y Catálogo Español de Especies Amenazadas’ (LESPRE), no sin la frontal oposición de buena parte del sector. Y, por otro, el Parlamento Europeo ha solicitado recientemente a la Comisión que revise su estado de protección.
Con respecto al LESPRE, Luis Planas ha explicado en el Senado que, tradicionalmente, la convivencia entre la ganadería extensiva y el lobo ha resultado difícil, aunque ahora se disponen de más apoyos para facilitar esta convivencia. Ha citado, entre otros, la financiación de cercados y perros de pastoreo y protección con cargo al Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) y las indemnizaciones con cargo a los seguros agrarios.

Puedes descargarte el artículo completo aquí:

Editorial Agrícola Conocer la agricultura y la ganadería Libros Agrigultura Ganadería Más que máquinas WEB TV