27/08/2021
Mercedes González Fernández de Castro. Science & Health Publications. Veterinaria y comunicadora científica
La parvovirosis y el mal rojo son enfermedades infecciosas de distribución mundial que causan alteraciones reproductivas en porcino e importantes pérdidas económicas. La mejor estrategia para su
control, además de mantener medidas adecuadas de manejo, bioseguridad y un entorno correcto para los cerdos en condiciones de bienestar animal y libre de estrés, es un programa de vacunación que asegure un buen estado inmunitario para evitar la transmisión.
El éxito reproductivo es fundamental para un buen rendimiento de las explotaciones porcinas. Cuando los resultados no son los óptimos se producen pérdidas económicas importantes porque se obtienen menos lechones por camada, se alargan los tiempos entre partos, y finalmente se terminan comercializando menos animales en el tiempo deseado y los ingresos de la explotación se reducen.
La reproducción porcina es un proceso complejo y está influida por multitud de factores, como los nutricionales, de manejo y bienestar animal, ambientales y de alojamiento, influencia del estrés, genéticos e infecciosos. Los agentes infecciosos pueden causar alteraciones reproductivas de forma específica si se replican en el aparato reproductor (como en el caso del parvovirus porcino) o a través de otros mecanismos, como infecciones sistémicas que incluyen fallo reproductivo si el aparato reproductor también está afectado (como en el mal rojo), o infecciones sistémicas que provocan la liberación de mediadores de la inflamación que tienen acción indirecta sobre el aparato reproductor.
Alteraciones reproductivas por parvovirus porcino
El parvovirus porcino (PPV o protoparvovirus ungulado 1) es una de las causas infecciosas más importantes de infertilidad en las cerdas, especialmente en las primíparas no vacunadas. La infección por sí sola no produce signos clínicos en lechones y en cerdas adultas no gestantes, aunque si se introduce en una explotación que no está protegida (sin vacunar o sin títulos suficientes de anticuerpos por no haber tenido contacto previo con el virus) los efectos son muy graves.
En las cerdas gestantes se manifiesta en forma de mortinatos, fetos momificados, muerte y reabsorción embrionaria e infertilidad (generalmente conocido como síndrome SMEDI). La infección de las madres produce transmisión vertical a los fetos entre 12 y 18 días después de la infección inicial. El resultado de esta infección en los embriones y los fetos es variable según avanza la gestación de las cerdas. En la primera mitad de la gestación da lugar a infertilidad y fallos reproductivos (retorno al celo después de la cubrición si hay reabsorción embrionaria). Se pueden observar abortos de fetos momificados, o en ocasiones pueden llegar a término, pero nacerán lechones muertos o debilitados y las camadas estarán reducidas.