Economía

Carne de ovino y caprino para apagar fuegos

Jesús López Colmenarejo, director ejecutivo de Grupo Editorial Agrícola - Henar Comunicación

Este verano la actualidad ha venido pasada por humo, el procedente de miles de hectáreas de pastos y bosques que han ardido en diferentes partes de España. Quizás por ello han sido muchas las voces que, un año más, se han acordado de la función ancestral que los pastores y sus rebaños llevan a cabo con su trabajo: la limpieza de bosques. 


Y digo “un año más” porque la actualidad es efímera y reiterativa. Este mismo verano hemos pasado de la preocupación social por el alto precio de la energía y los carburantes, a los mencionados incendios…y a la falta de cubitos de hielo en los supermercados. Los problemas no se solucionan, simplemente dejan de ser actualidad. 

El año que viene volverán a levantarse voces que, desde el desconocimiento y la buena voluntad, pedirán la vuelta de los pastores a nuestros montes y pondrán en valor la labor de las ovejas como bomberos del medio rural. 

Pero ¿por qué no avanzamos en este tema, sino que incluso parece que año a año la situación empeora? Porque eso es lo que indican los censos de caprino y ovino en España, que en la última década se han reducido en unos 7 millones de animales. 

No hay ni causa única ni solución fácil. El abandono del medio rural es evidentemente una de las principales razones por las que no hay pastores. ¿Quién busca como primera opción laboral un trabajo duro, solitario y socialmente mal valorado? Sólo un puñado de valientes. 

Pero, además, lo que ese puñado de “locos” quiere es, simplemente, vivir de su trabajo… ¿es tan difícil?  

Pues parece que sí. El mercado de la lana cuenta con precios que, debido a la competencia de las fibras sintéticas, ya raramente permiten cubrir ni el coste del esquileo. Si hablamos de carne, con el rácano consumo de kilo y medio por persona y año de carne de ovino y caprino que tenemos en España, no parece que vayamos a ningún lado. ¿Y la leche? Bueno, la mayor parte de las granjas que producen leche de oveja y cabra en España producen en intensivo, con lo que su labor anti-incendios es escasa. 

Por lo tanto, si el consumidor quiere realmente mantener vivo el pastoreo y fomentar el control de malezas en el monte no vale con que “salir a aplaudir” virtualmente en las redes sociales, deberá hacer posible que estos ganaderos puedan ganarse la vida a través del consumo de carne de sus animales. Lo demás será postureo.  

Y con ello conseguirá no solo evitar incendios y fijar población en el medio rural sino también mantener razas de ovino y caprino en peligro de extinción cuya existencia es posible gracias a su rusticidad y adaptación al pastoreo…todo ventajas. 

Además del consumidor raso, ¿podrían ayudar nuestras Administraciones públicas?  

Por supuesto. Primero con formación específica. Ahí están las Escuelas de Pastores, una forma cada vez más extendida de aportar conocimiento específico a todos aquellos que quieran trabajar en este sector.  

También se puede aumentar la contratación de rebaños que pastan los montes de otoño al verano, porque prevenir es mucho mejor que curar, y seguramente permitiría reducir el gasto económico en aviones anfibios y retenes. 

También sería importante apoyar a los ganaderos en extensivo en su lucha contra el lobo, por ejemplo. Para un pastor, perder sus ovejas es como perder a un ser querido. 

Y cómo no, la PAC. Fomentar a través de ella el pastoreo y la ganadería extensiva es más necesario que nunca.  

Y habrá que contarle al consumidor que, si queremos pastores, o compra más carne de ovino o tendremos que subvencionarlos a través de impuestos… o ambas cosas. Nada es gratis. 

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