24/08/2018
Cuesta imaginar un sector de producción agroalimentaria que abarque el 90% del territorio de la comarca productora: como si toda su superficie estuviese ocupada por una finca agrícola o por una granja ganadera. Pues, con la estadística en la mano, esa circunstancia se da en el sector de la carne de caza: Castilla-La Mancha es, en sí misma, una explotación cinegética casi en toda su extensión.
Si analizamos los datos del último informe de la Fundación Artemisan (Evaluación del impacto económico y social de la caza en Castilla-La Mancha, en 2016) descubrimos que, con 7 125 102 hectáreas de terreno cinegético, es la segunda comunidad autónoma con mayor extensión, solo por detrás de Castilla y León (8 394 510 hectáreas) y por delante de Andalucía (7 038 741 hectáreas). Cerca del 90% del territorio regional está declarado como cinegético y el 16% del terreno de caza español se concentra en Castilla-La Mancha.
Los datos impresionan: 337 cuarteles comerciales de caza y 5843 cotos, el 18% de todos los que hay en nuestro país. De ellos salen cada año 5,2 millones de capturas (150 621 de caza mayor y 5 054 461 de caza menor en la temporada 2016). Por especies destacan en caza mayor el ciervo y el jabalí; y en caza menor, el conejo y la perdiz. Datos que dejan claro el enorme potencial del segmento de la carne de origen cinegético de la mano de los distintos segmentos productivos de origen pecuario y ganadero.
Pero es que además, como indica Gregorio Jaime Rodríguez, director general de Cooperativas e Industrias Agroalimentarias de la Consejería de Agricultura de Castilla-La Mancha, el aprovechamiento de la carne de caza puede contribuir como dinamizador transversal de la actividad económica en los núcleos rurales, fijando población al territorio, creando valor” y convirtiéndose a su vez en herramienta de sostenibilidad medioambiental.
Con ese punto de partida, conviene considerar otros factores socioculturales que favorecen ese potencial. [...ampliar info]