Economía

La carne de cordero y la reforma de las casas de verano

20/06/2019

Por Jesús López Colmenarejo, director ejecutivo

Se acerca el verano y son muchas las personas que cambian su residencia del resto del año por una en la playa o en la sierra cercana a las ciudades. En muchos casos estas casas no están preparadas para el día a día, bien porque no disponen de calefacción, o los muebles son básicos por el poco uso que se les da a lo largo del año.


Aquellos que tienen la suerte de tener una segunda residencia saben de lo que hablo. Esa vivienda que de junio a septiembre, según la extensión de cada horario de verano, se convierte en residencia principal, no está adaptada a un día a día cómodo. Los aislamientos no suelen ser buenos, ya que están pensadas para ser habitadas en época de calor; el mobiliario suele ser básico, ya que mucha gente no quiere dejar cosas de valor en una casa que no visita frecuentemente durante el año, por eso de los robos, y no siempre es fácil llevarse todo aquello que se usa en el día a día porque "para tres meses no merece la pena", lo que hace menos apacible la estancia.

Pero ¿qué ha pasado en fechas recientes? Que muchos propietarios ven cómo esas viviendas que tienen infrautilizadas en la sierra han empezado a tomar precios altos, bien porque la conexión de la ciudad en la que viven con ese pueblo es mejor, bien porque se puede trabajar más a distancia... la cuestión es que algo ha cambiado.

Muchas familias que vivían en grandes ciudades se han ido a vivir definitivamente a esa vivienda "de veraneo" que tenía su familia, y han vendido su piso de la ciudad. Con ese dinero han podido reformarla y aunque estén más alejados de la ciudad, si sus circunstancias se lo permiten, el cambio sale a cuenta.

¿Pero qué tiene que ver la carne de cordero con todo esto? Pues que también está "de reforma".

El consumo de carne de cordero en España está en cifras muy bajas (alrededor de 1,5 kilos de esta carne por persona y año), datos bajísimos no ya históricamente, sino teniendo en cuenta la alta calidad y valoración de esta carne por parte de los consumidores. No en vano la carne de cordero se asocia a manejo tradicional, a trashumancia, a prevención de incendios por el pastoreo... la labor de imagen debería estar ganada.

El hándicap con el que cuenta la carne de cordero es precisamente la estacionalidad, como las viviendas de la sierra. La mayor parte del cordero se consume como asado y en chuletas, esto es, en festividades y con pocas piezas de alto valor real. El resto del año y el resto de piezas son de menos valor.

Por eso, si queremos que haya un mayor consumo, en estos tiempos duros para la carne, la "reforma" debe pasar por facilitar que se puedan consumir más piezas del cordero, de manera cómoda y todo el año. Y en esto se encuentra precisamente la interprofesional, Interovic, formando a carniceros para que preparen nuevos cortes que desencasillen al cordero de cara al consumidor de las chuletas y del asado navideño y de Pascua.

En las carnicerías cada vez se ven más brochetas, collares, tournedós para hacer a la plancha y competir con otras carnes, aunque el camino es largo y nada fácil. Eso sí, esto no se hace solo, es bueno que el sector sepa la "reforma" que se está haciendo en la carne de ovino para que sepa que allí es donde van esos céntimos por kilo de su extensión de norma. Conocer primero y valorar después...

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