20/04/2020
Por Esther Herranz, diputada al Parlamento Europeo (2002-2019).Antigua ponente de la Reforma de la PAC
Agricultores y ganaderos que, sin darse un día de tregua ante la catástrofe sanitaria, han continuado trabajando para abastecernos de alimentos, y ¡menos mal que así lo han hecho, gracias! . Quiero además tener una mención más sentida a los sectores más damnificados por la caída de sus ventas; bien porque están más vinculados a la hostelería, cerrada a cal y canto y sin perspectivas claras de cuando reabrirá y en qué condiciones lo hará, o porque sencillamente han visto desaparecer sus canales de venta o las oportunidades de negocio anual, me refiero al sector del ovino, caprino, vacuno, flor cortada, y la palma, con todas las familias que habían puesto, como cada año, todas sus esperanzas en el Domingo de Ramos.
Tras la catástrofe sanitaria llega, si no se toman medidas correctas, la catástrofe socioeconómica y en este punto nos encontramos. Son varios los problemas que amenazan la fluidez en la cadena alimentaria. Yo pondría como ejemplo, primero, la imposibilidad del movimiento de trabajadores, que está poniendo en riesgo ahora la recolección de sectores que, como la fruta y hortaliza, precisan mano de obra especial y temporal. Esta vez la Comisión Europea estuvo ágil y el 30 de marzo publicaba el Diario Oficial de la UE un documento para eximir del obligado confinamiento a estos trabajadores, pero el gobierno de España ha puesto tantas trabas a esa exención que está resultando una odisea encontrar mano de obra para la cosecha. Gran error, porque lo que no salga del campo no llegará a nuestras mesas y las pérdidas económicas y el aumento de los precios ante la escasez nos van a afectar a todos los ciudadanos. Dicen que la verdadera sabiduría consiste en mantenerse erguido ante cualquier revés, por duro que éste sea, y los productores han demostrado ser sabios, ahora le toca cumplir a la Administración, europea, nacional y autonómica.
Desde Bruselas, la CE ha vuelto a ayudar con recursos económicos para paliar las pérdidas por la pandemia, el Parlamento Europeo ha reclamado esas ayudas en la misma línea que la CE, pero el Consejo está en otra cosa, como no queriendo enterarse y no concreta. Solo he escuchado a Macron, el presidente de Francia, hablar claro diciendo que el sector primario es esencial y precisa un tratamiento especial; esto lo lleva pidiendo el sector durante años y siempre hemos topado con las Autoridades de la Competencia, creo que ha llegado el momento de recoger ese guante, que lanza Macron tan oportunamente y, ya que ahora la opinión pública está tan sensibilizada, insistir en ello, aprovechando que estamos en plena reforma de la PAC, no sea que Francia avance y los demás Estados miembro se queden a la zaga, lo cual no sería nada halagüeño. Y, a falta de colaboración por parte del gobierno de la nación, nos quedan las Comunidades Autónomas. Gran responsabilidad la que les ha tocado gestionar, de enorme importancia y sin un gobierno coordinando de manera efectiva las medidas a tomar. A la falta de mano de obra localizada en algunas comarcas se suma la enorme dispersión de tipos de sectores afectados y el desconocimiento de cómo se van a administrar en España las ayudas procedentes de Bruselas. A la hora que estoy escribiendo este artículo nada se sabe ni de importes, ni de sectores que la vayan a recibir, sólo Francia, otra vez Francia, ha pedido, para ya sin demoras, medidas concretas para sectores concretos: almacenamiento privado para lácteos, carnes de ovino, capricho y ternera y medidas de mercado para el sector de frutas y hortalizas.
Así las cosas, queda agradecer a la cadena alimentaria su enorme esfuerzo por cumplir con el mandato de la PAC de proporcionar alimentos de excelente calidad a precios razonables para los ciudadanos europeos y una enhorabuena a la CE y al Parlamento Europeo por haber ejercido con valentía el esfuerzo de solidaridad. La espina clavada está en el Consejo, en los gobiernos de los Estados miembro que no están demostrando en su mayoría estar a la altura del reto que la pandemia les ha puesto por delante.