26/02/2018
La cuestión que nos atañe es un tema recurrente del que hablo con mi padre, en calidad de ganadero de vacas de leche, muy a menudo.
-“Acabo de llegar del supermercado y es vergonzoso ver el litro de agua más caro que el litro de leche”
Y sí, así a bote pronto, razón no le falta. Porque lo primero que nos viene a la cabeza cuando nos encontramos ante la botella de agua del supermercado a más de un euro por litro es pensar que el coste de fabricar su contenido es prácticamente nulo y en cambio todos sabemos lo que cuesta, en dinero y trabajo, producir uno de leche. Entonces es cuando, aprovechando la confianza que le tengo, le doy un giro al argumento.
-“¿Y cómo ponemos solución a esto?
Él sabe que, por forma de ser, no soy muy de pataletas o recriminaciones, sino de buscar las causas y analizar el problema que tenemos entre manos.
-“Nos falta unión, no tenemos fuerza para hacer presión donde hay que hacerla”… las justificaciones son muy conocidas, y muchas de ellas ciertas, vistas de forma independiente. Este enfoque no es nuevo, es el que predomina en el sector, y mi objetivo en este editorial no es ahondar en él, sino tomar una perspectiva distinta.
Retomo la conversación con mi padre.
-“¿Y si pensamos cómo hacen los del agua para poder venderla a ese precio y que la gente la compre?”
Entonces es cuando el tema toma una dirección distinta, hacia la falta de apoyo de la administración pública.
-“Nadie en el ministerio/comunidad autónoma hace nada por el sector”. Otro argumento clásico.
- “A las marcas de agua embotellada tampoco les apoya el gobierno”.
Y entonces ya el debate se diluye porque los argumentos, nunca mejor dicho, “hacen agua”.
Al final todo deriva en que la clave es la promoción, por supuesto, pero ¿quién y cómo debe hacerla?
En el caso de las marcas de agua embotellada (o las marcas de refresco, en las que este hecho se ve más claro), lo tienen más claro: lo que se consume no es un líquido, sino que es como puede pasar con las colonias o la ropa, venden una experiencia. Respecto a quién debe hacer esa promoción, la época de que sea la administración pública la responsable de llevarla a cabo ya pasó. Agarrarse a “papá estado” o “mamá comunidad autónoma” es una mentalidad que no tiene sentido en la era de las interprofesionales.
Un ejemplo es la campaña “Lácteos di que sí” en la que se anima a consumir al menos tres productos lácteos al día, pero hay mucho trabajo de fondo y habrá más, sobre todo para luchar frente a los que atacan a la leche como concepto. Otra idea distinta de la promoción de sector es analizar lo que hay fuera de nuestras fronteras, tomando perspectiva.
Una marca blanca francesa (sí, marca blanca), la de los supermercados Intermarché, ha lanzado la campaña “Los ganaderos os dan las gracias” en la que se asegura un precio justo al productor de 44 cts/euro por litro. Esta campaña en sí también es una promoción reclamo, pero un reclamo desde la dignidad para un sector que trabaja profesionalmente, y al que tirarle los precios en una cabecera de góndola del supermercado solo lo hunde un poco más. Esa etapa también debe pasar. Todos tenemos mucho por hacer, y mejor que lo hagamos enfocando hacia el mismo lado…