El Observatorio Socioeconómico del Cooperativismo Agroalimentario Español (OSCAE), en su informe de 2017, hace una radiografía de la situación actual de las cooperativas españolas. Según éste, a nivel estructural, el sistema cooperativo español está integrado por Entidades Asociativas Agroalimentarias (EAA), que conforman el grueso del sector, SAT (Sociedades Agrarias de Transformación), CUMAS (Cooperativas de Utilización de Maquinaria Agraria) y CEC (Cooperativas de Explotación Comunitaria de la Tierra).
En 2016, las cooperativas de primer grado constituían el 84% de las EAA, mientras que las de segundo grado apenas sumaban un 3%. Aunque se aprecia una ligera tendencia a la baja en los últimos años, la situación general es de atomización, con un gran número de cooperativas muy pequeñas, que apenas pueden ser competitivas en el mercado actual. Para mejorar su integración en entidades mayores se aprobó la Ley 13/2013, de Fomento de la Integración de Cooperativas y de otras entidades asociativas de carácter agroalimentario. Esta ley creaba una nueva figura, la Entidad Asociativa Prioritaria (EAP) para redimensionar las entidades asociativas actuales. Posteriormente, el Real Decreto 550/2014 desarrolló esta figura, estableciendo los requisitos necesarios para convertirse en una EAP, así como el procedimiento para su reconocimiento e inscripción en el registro nacional. La negociación para definir qué puede ser una EAP ha sido un paso complejo pero muy necesario e importante para que los objetivos de la ley se cumplan.
Los beneficios de pertenecer a una EAP
El objetivo principal de la ley es aumentar la dimensión de estas estructuras asociativas. Esto, en principio, además de fortalecerlas favorecerá su competitividad, modernización e internacionalización, fomentando la agrupación de los primeros eslabones que conforman la cadena alimentaria, que, de manera aislada, cuentan con escasos medios para competir en el mercado actual. [...ampliar info]