Especies

La Platera. Cerco a la carne

07/05/2018

Por Miguel Ángel Mainar Jaime, director de contenidos 

Lo decía el presidente de honor de la Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas (Fecic) a mediados de marzo en un desayuno madrileño con el sector y los medios especializados: “somos el centro de la diana para muchos”.

Jaume Blancafort se refería así a los múltiples ámbitos desde los que el sector cárnico se ha sentido atacado en los últimos tiempos: informes de la OMS sobre la relación entre el consumo de carne procesada y el cáncer, programas de televisión con un alto contenido de denuncia, animalismo, veganismo…

Un cierto desasosiego sí que cunde, y con razón. En este número de Ganadería realizamos un repaso de algunos de estos problemas y de cómo se gestionan desde un punto de vista comunicativo. Los propios afectados reconocen que algo no se está haciendo bien. Por eso desde Fecic se plantean un objetivo claro: mejorar la imagen del sector. Pero esto es todo un reto, porque no solo se trata de intentarlo, hay que hacerlo bien, pues cuando uno está en la diana, en el punto de mira, queda poco margen para el error.

A los cárnicos les están escribiendo el relato desde fuera, lo cual no es enteramente culpa suya. Los adversarios puede que comuniquen mejor, pero lo más importante es que tienen más credibilidad, el público confía más en ellos. Sobre todo, el público joven, que es del que dependen las ventas del futuro.

El cerco se estrecha y toca distinguir entre comunicar y liderar

Así que no se trata de “comunicar” más, de mandar más notas de prensa, de hacer más vídeos, de inundar las redes sociales… Se trata de recuperar credibilidad, porque sin ella lo demás vale bien poco. Una tarea de largo plazo para la que casi nadie suele estar preparado. Ahora bien, puestos a realizarla, el sector cárnico lo tiene más fácil que otros, porque es un sector importante, de mucho peso social y económico, un sector líder.

Y se trata, precisamente, de actuar como un líder. Un líder es capaz de hacer una revisión autocrítica de su comportamiento y maneras, de su cultura corporativa. También es capaz de corregir lo que hace mal e incluso de pedir disculpas por haberlo hecho. Un líder se adelanta a sus semejantes dando respuestas a cuestiones que sabe que van a llegar y se cuida mucho de que esas respuestas no las ofrezca el adversario ni antes ni mejor.

Un líder no espera que una norma administrativa le marque el camino, lo toma antes que los demás porque lo ve antes que ellos y así demuestra su posición de vanguardia y se pone la medalla de la proactividad. A un líder nadie lo pone en la diana, un líder está en la diana porque es su posición natural. No se puede liderar sin exposición, sin riesgo, pero ese riesgo se gestiona estratégicamente para evitar que derive en crisis. En fin, el cerco se estrecha y toca distinguir entre comunicar y liderar.

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