Avicultura

Explicar el coste del bienestar animal mediante el caso de las escuelas infantiles

25/06/2020

Por Jesús López Colmenarejo, director ejecutivo de Grupo Editorial Agrícola

Cuando me surgió este editorial lo primero que me vino a la cabeza es la famosa frase de "las comparaciones son odiosas", porque poner en el mismo texto a niños y a ganado tiene sus riesgos, pero también hay otra expresión que dice "a buen entendedor, pocas palabras bastan". Que cada cual elija.


El sector ganadero español conoce la presión creciente que existe por parte del consumidor en materia de bienestar animal, una presión que parece seguirá en aumento con la estrategia ‘De la granja a la mesa’ propuesta por la Comisión Europea y que analizamos en estas mismas páginas.

Por ejemplo, la venta de huevos procedentes de gallinas que no están en jaulas sigue al alza porcentualmente respecto al modelo convencional, sobre todo tras la decisión de gran parte de la distribución de no comprar huevos de gallinas enjauladas. Hoy en día cuesta cada vez más encontrar en los lineales huevos que no sean ecológicos, puestos en suelo o camperos. "El cliente siempre tiene la razón", dicen también.

Por supuesto, cuando se pregunta a los consumidores a este respecto el consenso es alto. Según el Eurobarómetro sobre protección animal, cerca del 75% de los europeos considera necesario mejorar el bienestar de los animales de granja, pero también hay otro tema a tener en cuenta: el 90% de los encuestados también dicen claramente que no estarían dispuestos a pagar más por productos de animales de granja que habiten en mejores condiciones.

Hasta cierto punto todos somos egoístas como consumidores. Exigimos más a nuestros productores de alimentos pero no queremos ninguna responsabilidad añadida al respecto, siendo por supuesto la más clara y directa el aumento de precio.

Porque cuando se mira el rango de precios de huevos en el mercado entre los tipos 0 y 3 (jaula y ecológico) este oscila desde cerca de 15 céntimos hasta los 50 céntimos por huevo, y muchos consumidores no lo entienden.

Pero el día a día siempre trae oportunidades, y cuando mi hermana, que es profesora en una escuela de educación infantil, me contó su problemática, vi la forma de hacerlo.

Con la crisis de la COVID-19 todo el sistema educativo se encuentra descolocado. Por un lado, existe la necesidad de mantener una separación mínima entre niños. Pero en los colegios no hay recintos con espacio adecuado para clases más grandes y, si los hubiera, deberían habilitarse. Por otro, como me comentaba mi hermana, que los grupos de niños de dos a tres años reduzcan su aforo a un tercio provoca que el número de profesores tenga que aumentar y ahora harían falta tres profesores donde antes solo necesitaban uno.

¿Quién va a pagar esto? Si es una escuela infantil pública lo pagaremos todos; si es privada, serán los padres los que lo asuman, si estuvieran dispuestos a ello, pero no dejarán a sus hijos sin escolarizar.

Pues bien, en las granjas de producción de huevos los que pagan la reforma para adecuar las instalaciones a las normativas de bienestar animal son los productores, no el Gobierno; si tienen que contratar más personal lo asumen también ellos, y luego deberán confiar en que el consumidor compre los huevos o no lo haga alegando que son más caros.

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