Por su parte, Alejandro Bernal, presidente de IFAH-Europa, explicó las razones por las que Europa ha tenido éxito en la gestión de enfermedades animales como la salmonella, la fiebre catarral ovina o la fiebre aftosa, que hasta hace solo unos años planteaban serios problemas. "Los europeos están acostumbrados a un nivel muy alto de seguridad alimentaria, lo que a veces hace que la contribución de la sanidad animal a nuestro bienestar se pase por alto. Por ejemplo, los brotes de fiebre catarral ovina pasaron de 45.000 casos en 2008 a 39 en 2011, gracias a la prevención y a las medidas de control. Si bien estamos orgullosos de los importantes avances en este terreno, también somos conscientes de los futuros desafíos a los que tendremos que hacer frente. Animamos a las autoridades para que nos apoyen en la consecución de un clima adecuado para continuar el desarrollo de soluciones avanzadas que protejan tanto la salud animal como la humana".
En la conferencia, especialista de diferentes disciplinas examinaron las consecuencias que sobre la cadena alimentaria tiene la sanidad animal, así como sobre el comercio y la economía. En una presentación realizada por la Dirección General de Comercio de la Comisión Europea, se señaló que a pesar de ser Europa una de las regiones del mundo con los más alto niveles de sanidad animal, las empresas de la UE tienen que hacer frente a muchos retos en el ámbito de la exportación de productos de origen animal. La puesta en marcha de medidas de seguridad alimentaria y de sanidad animal es una barrera comercial para las importaciones en general que algunas veces se bloquean por ilógicas restricciones sanitarias y fitosanitarias. El que la UE sea el mayor exportador de productos agroalimentarios del mundo con una facturación en 2011 de 105.000 millones de euros, es satisfactorio para la Comisión, que apoya todas las medidas encaminadas a mejorar la exportación de productos de origen animal fuera de la UE.
David Leaver, profesor emérito del Royal Agricultural College del Reino Unido, destacó en su intervención que "los brotes de enfermedades animales en el sector ganadero tienen cada vez mayor peso por los costes que suponen y por las potenciales pérdidas que en productividad agrícola y perturbaciones en los mercados y comercios internacionales, tienen para Europa". Leaver mencionó en este sentido dos ejemplos: el brote de fiebre aftosa que le costó al Reino Unido 30.000 millones de libras y la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) que en toda Europa supuso un coste de 92.000 millones de euros.
Por su parte, Declan O'Brien, director gerente de IFAH-Europa, hizo durante su intervención un llamamiento para que las decisiones se tomen sobre bases científicas y argumentos racionales. También explicó que "los sacrificios de animales y las prohibiciones comerciales establecidas después de la aparición de brotes, deben ser cuidadosamente examinadas sobre bases científicas para no debilitar las economías agrícolas de los países exportadores. Una legislación veterinaria más efectiva puede ayudar a estimular la innovación y permitir que más productos lleguen al mercado. Esto no solo va a aumentar nuestra preparación para hacer frente a nuevos brotes de enfermedades, tanto desde la perspectiva de la salud como del comercio, sino que contribuirá a tener una amplia oferta de alimentos seguros".