Soja sin deforestación, ¿es posible?

Por Marta Fernández Cobo, periodista agroalimentaria

En unos meses entrará en vigor el nuevo Reglamento que regula en el mercado de la Unión Europea la comercialización y exportación de determinadas materias primas y productos asociados a la deforestación y a la degradación forestal, entre ellos la soja, un ingrediente elemental para la alimentación animal, que los fabricantes de piensos están obligados a importar, y cuyos principales productores son Estados Unidos, Brasil y Argentina.

Prácticamente nadie en el sector duda de que esta normativa es estratégica, entre otros motivos, por la complejidad que entraña la verificación del origen ‘libre de deforestación’, la cantidad de recursos que habrá que invertir en ello o los costes que se añadirán.

Para analizar el posible impacto que esta normativa puede tener en el sector, la Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales (CESFAC), la Fundación CESFAC y la Embajada de la República Argentina en el Reino de España, han organizado una jornada que ha servido de punto de encuentro entre los representantes de la cadena de valor de la soja y las administraciones competentes en la materia.

La cita tuvo lugar en la Embajada de Argentina en España y en ella los representantes de la cadena de valor de ambos países hicieron un ejercicio práctico de intercambio de información para mostrar los trabajos realizados hasta la fecha como anticipación a la entrada en vigor de la norma.

El anfitrión del encuentro fue Ricardo Alfonsín, embajador de Argentina en España, que dio las gracias especialmente a los funcionarios presentes en el encuentro “por brindarnos la información de primera mano en torno a la normativa sobre deforestación”.

Por su parte, Jorge de Saja, director de CESFAC, destacó, de un lado, que este ha sido el primer ejercicio de estas características realizado en Europa y, de otro, que “debemos ser capaces de convertir nuestro esfuerzo en un valor de competitividad”.

¿Qué dice el Reglamento?

Para comprender el alcance que puede tener la nueva normativa, lo principal es conocer cuál es su objetivo y sus expectativas, y de ello se encargó Marta Angoloti, jefa de Área de la Madera de la Subdirección General de Política Forestal y Lucha contra la Desertificación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO).

El objeto del Reglamento, tal y como explicó, “es que la UE minimice su contribución a la deforestación que se produce en el mundo vinculada a la producción agrícola de la que, como consumidores, somos responsables y, de esa manera, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la pérdida de biodiversidad asociada a esta desertificación”.

Como objetivo específico se ha marcado reducir al máximo el riesgo de que los productos que entran en la cadena de suministro de la UE estén vinculados con esta deforestación y aumentar, a su vez, la demanda de productos libres de la misma en la UE.

Como consecuencia, el Reglamento regula lo que se denomina “la puesta en el mercado de la UE” y tiene dos vertientes. Por un lado, la puesta en el mercado a través de la importación y la producción interna. Y, por otro, también regula las exportaciones desde la UE y el comercio dentro de la UE.

Los requisitos que se van a exigir a esos productos son: en primer lugar, que estén libres de deforestación en el sentido legal de la palabra -tanto conforme a la normativa interna del país de origen, como a la del Reglamento, que es la transformación de un bosque a uso agrícola a partir del 31 de diciembre de 2020-. También minimizará que estos productos conlleven una degradación forestal a partir de la misma fecha. Y, en tercer lugar, antes de poner el producto en el mercado, el operador o agente tendrá que hacer una ‘Declaración de Diligencia Debida’ en la que se responsabilice de que el riesgo de deforestación es insignificante -porque el riesgo cero es prácticamente imposible-.