Economía

Animales editados: las ciencias adelantan que es una barbaridad

30/10/2019

Por Jesús López Colmenarejo, director ejecutivo

Cuando hace algo más de un año el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó que los organismos obtenidos mediante tecnologías de mejora de precisión como CRISPR/Cas9Es se considerarían legalmente como organismo transgénico u OGM, la comunidad científica se echó las manos a la cabeza.


Un OGM es un organismo al que le hemos añadido un gen nuevo, que puede ser de su propia especie o no, mientras que la edición génica toca el propio genoma del individuo, sin incorporar genes externos. De forma sencilla para los no familiarizados con el término, la tecnología CRISPR/Cas9Es es similar a unas “tijeras moleculares”, capaces de cortar y editar el ADN de forma muy precisa.

¿Por qué es tan importante que la UE no asimilara una técnica con otra? Porque a grandes rasgos, significaba volver a perder una vez más el tren de la tecnología que ya se perdió con los OGM a efectos de percepción social.

Las aplicaciones de esta herramienta parecen infinitas, pero si nos centramos en producción animal en algunos de los casos estamos hablando de aplicaciones tremendamente prácticas.

Por ejemplo, en 2015 nacieron en EE. UU. dos terneras de raza frisona que tenían como peculiaridad el carecer de cuernos. No fue una mutación aleatoria, sino que la empresa que llevó a cabo el ensayo utilizó la edición genética. Para ello incorporaron en el genoma de vacas frisonas (con cuernos) una variante genética del genoma de las vacas Angus portadoras de la mutación dominante que provoca que nunca desarrollen cuernos. Este es un caso experimental, pero todos los ganaderos de leche saben de la complejidad y riesgo que tienen para sus animales el descornado o la cauterización. Pero es que la tecnología en animales transgénicos también podría ser útil para mejorar el bienestar animal en nuestras granjas de pollos, por ejemplo.

Cada vez son más los consumidores que ponen el grito en el cielo cuando se enteran de que los pollitos machos de un día de razas dedicadas a puesta son sacrificados. La fórmula tradicional era el triturado, aunque cada vez más se va aplicando la asfixia por CO2. Ambas técnicas son bastante impactantes, pero si cebar animales de razas de puesta para carne es anti rentable, ¿qué se podría hacer? Una propuesta novedosa, por ejemplo, sería introducir genes de anémona que permitirían sexar en el huevo, ya que los huevos de un sexo serían luminiscentes. Y si ya salimos a animales de investigación, en los que los avances cambian o salvan vidas directamente, nos encontramos con casos como el recientemente desarrollado por los investigadores del INIA, que han trabajado con la proteína ZP4 necesaria para el desarrollo embrionario. Esta proteína es una de las cuatro que forman parte de la zona pelúcida humana, una especie de cáscara que rodea al embrión de los mamíferos antes de la implantación en el útero. Su función era desconocida porque no está presente en ratones, la única especie en la que era posible eliminar fácilmente un gen para evaluar su función.

Pues bien, gracias al CRISPR los investigadores han generado los primeros animales de granja editados genéticamente en España: unos conejos que no tienen la proteína ZP4. Como la eliminación de esta proteína provoca infertilidad y el embrión muere antes de la implantación, este ensayo podría ser empleado para desarrollar nuevos métodos anticonceptivos, por ejemplo, no hormonales.

Han pasado casi 120 años pero ya lo decía la letra de La verbena de la Paloma, “hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”. Ahora habría que incorporar a la letra: “pero que la UE lo permita y el consumidor lo entienda”.

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