Economía

Carne y Salud reivindica que la ganadería no es la principal responsable del cambio climático

04/05/2020

La reducción de la movilidad y el parón de múltiples actividades como consecuencia del estado de alarma decretado para frenar la expansión del coronavirus, han puesto de manifiesto datos que corroboran que la ganadería no sería la principal responsable del cambio climático, desmintiendo las informaciones que desde hace meses apuntaban en esa dirección.


Tras la declaración de la pandemia por COVID-19, los sectores de producción ganadera, elaboración y comercialización de carne han seguido realizando sus actividades para mantener abastecida a la población de forma adecuada con alimentos seguros y de calidad. Sin embargo, tal y como recoge una campaña informativa de la plataforma Carne y Salud, durante las últimas semanas se ha registrado un fuerte descenso de las emisiones de gases contaminantes, constatando que los sectores ganaderos no son los principales responsables de la contaminación del aire y el cambio climático.

Según un comunicado de Carne y Salud, organizaciones como Greenpeace han informado de que, en la primera semana de estado de alarma, los valores medios de dióxido de nitrógeno en ciudades como Madrid apenas alcanzaron el 40% del límite fijado por la Organización Mundial de la Salud y la UE, y en la semana del 11 al 17 de abril esos valores eran solo de un 24,6% en Madrid, un 33% en Barcelona o un 22,3% en Sevilla.

Asimismo, un estudio desarrollado en el Centro de Tecnologías Físicas de la Universitat Politècnica de València con datos de la Agencia Espacial Europea, indica que los niveles de concentración de dióxido de nitrógeno han disminuido una media del 64% en las principales ciudades españolas tras las medidas decretadas contra la COVID-19.

A estas cifras se suman los datos oficiales recogidos en el "Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero" del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que muestran que la producción ganadera de carne representa únicamente el 7% del total de emisiones de GEI (gases efecto invernadero) de nuestro país, incluido en el 11,9% del apartado total de la agricultura. Por el contrario, el transporte supone el 27% de esas emisiones, seguido por la industria con un 19,9%, la generación de electricidad (17,8%), el consumo de combustibles (8,5%) o los procesos industriales y uso de otros productos (8%).

Retos medioambientales

En cualquier caso, indica el comunicado de Carne y Salud, el sector cárnico es consciente de los retos medioambientales que afronta la sociedad y por ello trabaja cada día para conseguir un modelo de transición ecológica global, así como una producción más sostenible. En este sentido, está desarrollando nuevas técnicas de producción con un menor impacto ambiental con objetivos como reducir en diez años un 15% la huella de carbono en el sector vacuno; en la reducción de las emisiones de amoniaco (47%), óxido nitroso (38%) y emisiones por la gestión de estiércoles (14%) en el sector porcino; o el fomento de la producción sostenible de carne de conejo y cordero, así como la investigación en alimentos para el ganado con menor huella medioambiental. La industria cárnica evitó en 2018 la emisión de 48.810 toneladas de CO2 gracias al reciclado de sus envases.

Además, el sector permite mantener importantes ecosistemas que no serían viables sin su utilización ganadera y que además los convierte en sumideros de carbono, como las dehesas en el caso del cerdo ibérico o el pastoreo tradicional del ovino y caprino y el del vacuno en dehesas y zonas de montaña, que están unidos al fomento de la biodiversidad y la conservación de los espacios naturales, contribuyendo a la fertilización del terreno y reduciendo la erosión y la desertificación.

Por otra parte, el pastoreo es fundamental para la limpieza del monte y la prevención de los incendios forestales, y la ganadería es igualmente un ejemplo de economía circular, con actividades como la reutilización para la alimentación del ganado de residuos y subproductos de producciones vegetales para uso humano, o la gestión de estiércoles y purines como subproductos con una importante utilidad agronómica como fertilizantes orgánicos de cultivos.

Unos 1.000 millones de personas viven de la ganadería y de la producción de carne en el mundo, más de 2 millones de ellos en España. Tal y como indica el comunicado de Carne y Salud, la situación de confinamiento ha puesto de manifiesto que la producción agroalimentaria, y especialmente la ganadera-cárnica, es una actividad fundamental para el suministro regular a la población de alimentos seguros y de calidad, producidos con criterios de sostenibilidad y respetando el bienestar animal.

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