12/12/2019
Los animales son y seguirán siendo una de las principales fuentes de proteína para el ser humano. Por lo tanto la salud animal se sitúa como el primer eslabón de la cadena de la seguridad alimentaria.
Si entendemos la salud como el bienestar fisiológico del animal, nos encontramos delante de un concepto amplio en el que no solamente se contempla la ausencia de enfermedades, sino que también se incluyen aspectos como la nutrición, ausencia de estrés físico, adecuadas condiciones tanto de alojamiento como de manejo. Así, animales sanos alojados en condiciones de bienestar y bien alimentados producirán de manera eficiente y sus productos serán de calidad y garantía sanitaria.
La contaminación por micotoxinas afecta a los cereales y materias primas utilizadas en la fabricación de piensos. Los piensos contaminados ven alteradas sus propiedades nutritivas y organolépticas, generándose en muchas ocasiones rechazo al consumo por parte de los animales.
El impacto económico de esta contaminación en la producción ganadera es muy importante. Se genera un incremento de costes, consecuencia de la disminución de rendimientos productivos y de los gastos ocasionados por tratamientos en los animales enfermos así como por la necesidad de realizar actuaciones específicas sobre las materias primas y piensos para lograr su descontaminación.
La ingestión de alimentos contaminados con micotoxinas por parte de los animales puede dar lugar a procesos de toxicidad aguda o bien de bioacumulación en distintos tejidos y órganos (en el caso de las hembras lactantes algunas de estas sustancias o sus metabolitos son excretadas por la leche). La presencia de micotoxinas en productos de origen animal supone un importante impacto en la salud pública, motivo por el cual en la mayoría de países existe una legislación específica que regula su control.